9 de octubre de 2010

Lírica Pachanguera: Capítulo 5

 

La velada del viernes estaba planeada con bastante antelación. En primer lugar, jugaríamos nuestro típico partido en Los Salesianos y, posteriormente, cenaríamos todos juntos y daríamos alguna vuelta si la previsión meteorológica nos lo permitía.

Hoy particularmente éramos muchos tíos para jugar. Tanto es así que el número resultaba excesivo hasta para jugar un triangular. Sacad vuestras propias conclusiones. La tarde mandaba huevos. O si no, que se lo pregunten al amigo Rebollo tras el balonazo que recibió en su zona noble por parte de Mortadelín, nuestro Özil, que le dejó un rato conmocionado y magullado. Afortunadamente, todo quedó ahí.

Cabe señalar la presencia de Franco, no el caudillo sino el primo de Paco que se incorporó a los terrenos de juego tras una dura y tediosa lesión que le acompañó los dos últimos años. Increíblemente, contaba con un buen estado de forma e hizo un gran partido aunque no estuvo al cien por cien por motivos obvios. Jorge, al que parecía que Carmen de Mairena le había poseído la garganta, ejerció de portero casi toda la totalidad de los sucesivos partidos y, dicho sea de paso, lo hizo muy bien, protagonizando algunas paradas sublimes.

Un gran damnificado de la tarde fue Ale, más conocido como Wesley. Las repetidas patadas que le propinaron le hicieron merecedor de consagrarse como el blanco de la tarde pero, aún así, fue de los mejores jugadores de la tarde y fundamental para su equipo. A Carlitos le metían goles hasta con el segundo balón con las conseguientes broncas de Germán. Todo ello le hace ser conocido como el Calamity James de Los Salesianos.

Lo pasamos muy bien y yo jugué como a mí me gusta. En realidad, nos apoyamos mucho en el juego horizontal y el progresivo avance hacia el centro del campo para crear ocasiones sin renunciar al tiki-taka. También, noté que a Muros Rueda no le acaba de convencer la idea de quedarse en el banquillo pero hay que entender que en general somos muchos sin olvidar que jugamos cinco. Su gran envergadura y fortaleza física no pasó inadvertida en el campo.

Al mismo tiempo que Jairo sacaba balones del propio instituto, presenciábamos a Alexandru hacer uso de sus aptitudes como Spiderman. Podría también haberse ganado un hueco en el elenco de El Caballero Oscuro. En un día en el que incluso contábamos con banquillo real, todos sabíamos que lo mejor vendría luego...

Y no nos equivocamos. La noche no fue como planeamos en un principio. Creo firmemente que la lluvia contribuyó a ello. Mientras esperábamos al más catalán de Los Remedios que regresara en su moto con Superescu, no pudimos resistirnos a la tentación de adquirir unos deliciosos, sabrosos y exquisitos serranitos. Hasta que llegamos todos, hicimos tiempo viendo la superioridad de España ante Lituania.

Las primeras gotas de agua marcaron los compases de las próximas horas. A partir de ahí, podemos afirmar sin temor a equivocarnos que fue una velada pasada por agua, nunca mejor dicho. En una noche en la que a Jorge se le cayó una botella de lima, buscamos refugio debajo de un quiosco y corríamos velozmente bajo la lluvia notando como la adrenalina narcotizaba hasta el último átomo de nuestro cuerpo, nada salió como lo apalabramos. Paradójicamente, lo pasamos genial.

Me quedo con la estampa de la repentina aparición de los padres de Manolo justo en el momento en que Manolito sujetaba dos botellas de ron blanco. Digno de ver.

La del viernes fue una noche en la que todo lo que pudo salir mal, salió mal. No me preguntéis por qué, pero sé que acabé en el rincón mas recóndito de una urbanización, empapado hasta los huesos con Germán, Carlitos, Antonio y Rebollo, jugando a la botella. Señalar, pues, que teníamos un suministro de lima. Lo preocupante: tres provisiones de ron blanco. Hice uso de mis conocimientos de estequiometría aunque no hizo falta. Algo me dijo que no había suficiente lima para rebajar el grado de dichas bebidas. Como condimento definitivo, todo eso pasaba mientras llovía a raudales y jugábamos a la botella. Raro, pero cierto.

Germán comentó que tenía que pasar algo y, ciertamente, no se equivocó. Carlos, en un alárido de originalidad mental, corría con una botella de cristal en la mano. Recordemos que el agua resbala. Con eso, lo digo todo. El pobre hombre se cortó en la altura de la muñeca en una zona con una considerable afluencia de sangre. Aunque todo se quedó en un susto, Carlos yacía mientras todo a nuestro alrededor parecía un suntuoso reguero de sangre. Impresionante, ¿Verdad?

La moto de Bordoy no tenía demasiada gasolina y emprendimos el camino hacia la clínica que estaba a pocos metros. Es conveniente recordar la situación. En un marco de lluvia, con cubatas de Almirante y lima, Carlos sangrando y paro de contar. Carlitos dejó la señal en la puerta del Infanta Luisa. Si pasais por allí, y veis una mano roja, recordad estas líneas.

Viernes, 8 de octubre de 2010.

2 comentarios:

  1. Grandiosa cronica como no^^

    Pues mi garganta te agradece tu dedicatoria en esta lírica pachanguera, una vez más, descriptiva a la perfección^^

    He de reconocer que por bajo ando bien, pero me motiva mucho más marcar goles como el escuadrazo que me metiste^^

    1 abrazo y nunca cambies^^

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  2. Pues agradezco que te guste y siempre cambiaré hacia mejor, claro. ;)

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