12 de enero de 2013

Partidos históricos: Francia - Alemania 1982


Hubo un tiempo en que Francia no era ni de lejos una selección ganadora en Europa ni en el globo. Los malos resultados obtenidos en el Mundial de Argentina 1978 evidenciaron el declive generacional que Les Bleus arrastraban tras la etapa de Raymond Kopa, Just Fontaine, Roger Piantoni y Michel Hidalgo en los cincuenta. El fútbol francés estaba acomplejado con respecto a las grandes selecciones de aquel entonces como eran la Alemania de Franz Beckenbauer, la Naranja Mecánica y la Argentina de Mario Kempes. Sería Michel Hidalgo precisamente quien, para el Mundial 1978, convocaría a jóvenes como Six, Bossis, Battiston y un tal Platini. No obstante, Francia no superaría un grupo realmente complicado ante las aterradoras Argentina, Italia y Hungría. Aún así, el nombre de Francia no caería en saco roto...

Con esta vitola, llegaría Francia al Mundial de España 1982 que, más bien de ser un sendero de rosas, se convirtió en una retahíla de hechos bizarros para los franceses. La estrella del equipo, Michel Platini, arrastró problemas en el pie durante todo el campeonato, algo que sería aderezado con la infidelidad de la esposa del 10 francés con otro jugador del combinado, Jean François Larios. No satisfechos con ello, al incidente del jeque en el partido ante Kuwait se le sumaría la dramática semifinal ante Alemania en Sevilla que nubló el inteligente y atractivo juego de Francia. En ella, tuvo lugar una de las jugadas más salvajes que se recuerdan sobre un terreno de juego: la agresión del guardameta alemán, Toni Schumacher a Patrick Battiston.

A fin de situarnos, todo tuvo lugar en la semifinal del Mundial de España 1982 entre Francia y Alemania Federal. El escenario sería nada menos que el acogedor estadio Ramón Sánchez Pizjuán en Sevilla a unos relajantes 40º a la sombra. En este certamen se extendieron rumores de tongo por parte de los teutones tras los controvertidos partidos ante Austria y Argelia. Por su parte, la selección gala accedió a jugar la semifinal tras vencer a Inglaterra, derrotar a Kuwait y empatar contra Checoslovaquia. En general, la emoción en el fútbol se concentra en momentos concretos pero en éste la tuvo desde el minuto 1 hasta la tanda de penaltis. Sin duda, se trata de uno de los partidos más emocionantes de la historia.


Era un choque entre dos escuelas que interpretan el fútbol de forma totalmente diferente. Francia, por entonces, era un equipo menos robusto y con gusto por jugar el balón. Dicho sea de paso, Les Bleus eran todavía un equipo menos maduro que en la Eurocopa de 1984, que ganarían dos años después. Alemania era un bloque sólido, aguerrido, compacto y con gran determinación. Francia mostró la elegancia de los mosqueteros con los que contaba: Tiganá, Trésor, Giresse, Rocheteau, Battiston, Six, Bossis, Amorós, Genghini, y Janvion, todos ellos comandados por Michel Platini que impondría la técnica y sería el eje del equipo. Alemania, siempre experta en estas tandas, derrotaría a España y empató con Inglaterra antes de plantarse en semis. Siempre contundente la Mannschaft.

Una vez comenzado el encuentro, el acoso del delantero alemán Pierre Littbarski a la portería de Jean-Luc Ettori sería constante y puso en apuros a Francia en repetidas ocasiones. De hecho, el ariete bávaro estrenó el marcador con una potente volea desde 25 metros tras un disparo del otro ariete, Klaus Fischer. Alemania se apoderó del partido y los galos pusieron en práctica su habitual juego de presión para recuperar la posesión, con la efervescente magia de Platini como pieza clave en su juego. Los franceses no se mostrarían atribulados y asediarían la meta de Toni Schumacher, comandada en defensa por Uli Stilike. Alain Giresse bombeó una falta al área que acabaría con penalti de Karl-Heinz Forster a Rocheteau. Platini no fallaría desde los once metros.

Los 70.000 espectadores del Sánchez Pizjuán se fueron al descanso sin vaticinar lo que ocurriría en la segunda parte. En el minuto 52, ingresó en el terreno de juego el centrocampista francés Patrick Battiston para darle robustez y fuerza física a la medular. Ignorante de ello, sería víctima de una de las agresiones más crueles que se recuerdan. Diez minutos después, un balón en profundidad de Michel Platini encontraría destino en Battiston. El balón servido hacia el centro se alargó demasiado y, cuando Battiston realizó el desmarque de ruptura para plantarse frente a Schumacher, éste le golpeó. El francés cayó desplomado al suelo. Su diagnóstico: conmoción cerebral, una vértebra fracturada y dos dientes rotos. El árbitro holandés Charles Corver no pitó la falta.


Todos estaban consternados. Rápidamente, los servicios sanitarios del feudo sevillista atendieron a Patrick Battiston que yacía inconsciente en el suelo. Víctima del miedo, el guardameta alemán se dedicó a realizar ejercicios de calentamiento de forma abyecta y a jugar con el balón, sólo en su portería, mientras todos se interesaban por la salud del futbolista francés. La poca preocupación de Schumacher no haría más que envilecer a los franceses. A partir de entonces, recibiría sonoros pitidos de la grada cada vez que tocase el balón. Con el estupor de todos y sin conocer realmente su estado de salud, el jugador sería trasladado inmediatamente al Hospital Virgen del Rocío de la capital hispalense.

Ante la incredulidad del mundo entero y en especial de Michel Hidalgo, se reanudó el partido, como si nada hubiese ocurrido. Siguió su cauce con aparente normalidad y su ritmo se elevaría conforme se llegaba a la prórroga. Francia se lanzó con garras guadañas a la portería alemana. De hecho, Manuel Amoros estrellaría un balón en el poste, acciones que fueron respondidas por Forster y Breitner. De este modo, el tiempo reglamentario llegó a su fin y la prórroga acechaba en el horizonte. Marius Tresor rompería el empate por medio de una volea desde 12 metros. Ante dicha situación, el seleccionador alemán Jupp Derwall sustituyó a Hans-Peter Briegel por el talentoso delantero Karl-Heinz Rummenigge. Sin embargo, la sentencia pareció llegar tras el gran gol de Alain Giresse desde fuera del área que colocaba el 3-1 en el luminoso. Alemania parecía desmoronarse.

Pero en fútbol sólo el cronómetro decide un resultado. Rummenigge recortaría distancias por medio de un complejo remate, tras un gol anulado de Klaus Fischer. Nada estaba decidido. Precisamente, Fischer lograría la igualada nuevamente con un antológico gol de tijereta. Parecía imposible pero Alemania había condicionado los penaltis, para los que se encontraban psicológicamente más preparados que los franceses. De hecho, Alain Giresse confesaría en una entrevista realizada muchos años después: El problema fue seguir jugando al fútbol. Fuimos víctimas de nuestro propio juego.


Gigi Giresse sería el primer lanzador. Tranquilamente, ejecutó un imparable disparo. Manfred Kaltz, capitán alemán, empataría esta apoteósica tanda. Amoros marcaría sin problemas, Breitner lo haría para la Mannschaft y Dominique Rocheteau también cumpliría desde los once metros. Uli Stilike pensaba tirar su lanzamiento hacia la izquierda del portero pero cambió de decisión al final y Ettori detendría su disparo. Stilike rompería a llorar. Schumacher le para el penalti a Didier Six. Llegarían los turnos de Littbarski, Platini y Rummenigge que depositaron el balón en la portería. Ahora le tocaba a Horsch Hrubesch, jugador con poca experiencia en estas acciones y especializado en el juego aéreo. Colocó el esférico en las redes y Alemania era finalista del Mundial 1982.

Abatidos y extenuados, los franceses lloraban desconsoladamente en el césped del Sánchez Pizjuán. Al mismo tiempo, los alemanes, embriagados por el fulgor del momento, celebraban haberse clasificado para la cuarta final de un Mundial de su historia. A Francia siempre le pesó esa dolorosa derrota que le costaría mucho superar. Sería la primera vez en la historia que una selección se clasificaba para la final de un Mundial tras una tanda de penaltis. La acción de Battiston y Schumacher fue el punto de inflexión del partido. En caso de haber expulsado al guardameta alemán, la historia podría haber sido distinta. Elke Immel, portero suplente, no contaba con los reflejos de Schumacher que fue crucial en el triunfo germano. Héroe y villano en Sevilla.

Alemania jugaría la final del Mundial de España 1982 ante la Italia de Paolo Rossi, Alessandro Altobelli y Dino Zoff en el Santiago Bernabéu, en la que serían ampliamente derrotados a manos de la Azurra por 3-1. Francia sabría digerir la victoria y se erigió como una de las grandes selecciones de los ochenta con su célebre Carré MagiqueLes Bleus se proclamarían campeones de la Eurocopa de 1984 con un equipo mucho más compacto, un imparable Platini y un esquema táctico erigido en torno a Giresse, Tigana, Platini y Luis Fernández.


La clase champagne, inteligencia y técnica de Francia no encontró recompensa en aquel Campeonato del Mundo. Los galos se darían de bruces con el riguroso juego alemán y su intenso despliegue físico. No obstante, la historia entre los dos protagonistas de la noche no termina aquí. De Schumacher se sabe que días después fue a visitar a Battiston al hospital con un ramo de flores para pedirle, así, disculpas por lo sucedido aquella calurosa noche sevillana. El jugador francés se recuperaría satisfactoriamente de sus dolencias.

La anécdota curiosa tuvo lugar 26 años después. El 4 de marzo de 2008, el Sevilla FC y el Fenerbahçe turco se enfrentaban en el partido de vuelta de la Liga de Campeones en el Sánchez Pizjuán, con nefasto recuerdo para los amigos sevillistas. Misteriosamente, el presidente del club, José María del Nido, le entregó a Michel Platini, presidente de la UEFA, un nostálgico regalo: la camiseta que llevaba Patrick Battiston en aquel inolvidable partido.

Parece ser que el galo se la regaló al médico que le atendió como recompensa de lo agradecido que estaba por los servicios prestados. En 26 años, aquella legendaria elástica, repleta de todo tipo de recuerdos, tuvo que atravesar muchos sitios para acabar en manos del presidente del Sevilla. Platini, abrumado, recibió el obsequio que le decodificó un sinfín de emotivos recuerdos de esa dramática semifinal. Curiosamente, el Sevilla perdería ese partido también en los penaltis, cosas del fútbol.


Ficha técnica del partido

Francia 3-3 Alemania (4-5 en la tanda de penaltis). Goles: Pierre Littbarski 17', Michel Platini 26' (p), Marius Trésor 92', Alain Giresse 98', Karl-Heinz Rummenigge 102' y Klaus Fischer 108'.

Alemania: Schumacher; Breitner, Briegel (Rummenigge 97'), Karl-Heinz Forster, Bernd Forster, Kaltz; Dremmler, Stielike, Magath (Hrubesch 73'); Fischer y Littbarski. Banquillo: Muller, Hannes, Reinders, Allofs, Engels, Matthaus, Franke, Hieronymus e Immel. Entrenador: Derwall Jupp (ALE).

Francia: Ettori; Amoros, Bossis, Janvion, Tresor; Platini, Giresse, Tigana, Genghini (Battiston 50' sustituido por López 60'); Six y Rocheteau. Banquillo: Baratelli, Mahut, Girard, Larios, Bellone, Couriol, Lacombe, Soler y Castaneda. Entrenador: Michel Hidalgo (FRA).

Árbitro: Charles Corver (HOL).

Incidencias: Semifinal del Mundial de España disputada el 8 de julio de 1982 en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán de Sevilla ante 70.000 espectadores y a unos 40ºC. 



Fuente: Los incansables alemanes despiden a Les Bleus. Fútbol Clásico. Página Oficial de la FIFA.

11 de enero de 2013

Vámonos de Copas


La cuesta de enero se hará mucho más llevadera con la envolvente actualidad de la Copa del Rey. Tras las últimas eliminatorias de octavos de final, ya han quedado resueltos los emparejamientos de cuartos que se antojan realmente interesantes y con unas proféticas cotas de emoción que harán saltar los resortes de la competición más longeva del fútbol español. Así pues, quedan abiertos unos apasionantes choques entre Barcelona y Málaga; Real Madrid y Valencia, cuyos ganadores se verán las caras en la primera semifinal; Real Betis y Atlético de Madrid; sin olvidar un siempre atractivo Sevilla contra Zaragoza. Por tanto, Real Madrid y Barça, así como Betis y Sevilla pueden protagonizar un frenético encuentro de semifinales. Casi nada.

La Copa del Rey constituye una de las competiciones más atractivas de España, dado que puede emparejar a grandes clubes con otros que ven los grandes partidos por televisión. De hecho, si echamos la vista atrás, es posible encontrar equipos que, militando en Segunda División o Segunda B, se han plantado en todas unas semifinales del torneo del KO. El Mirandés de la temporada 2011/2012 es el ejemplo más reciente que tenemos de un matagigantes. Fue realmente una batalla del Ebro. Representan el fútbol en su forma más noble y menos corrupta. Lejos de pecuniarios contratos millonarios, sueldos de varios ceros y opíparas tendencias, en España han sido varios estos equipos que han logrado grandes hazañas en la Copa del Rey. Sin más dilación, he aquí los más célebres y recordados.

En efecto, el CD Mirandés llegó a postularse como uno de los mejores cuatro equipos de España en la temporada 2011/2012. Tras eliminar previamente a Villarreal, Racing de Santander y Espanyol, el conjunto burgalés llegó a unas semifinales en las que fue apeado por el Ahletic de Bilbao de Marcelo Bielsa. Su alopécico delantero Pablo Infante seria condecorado como máximo goleador de la Copa con siete tantos. Diez años antes, en 2002, el Figueres también formaría parte del cuadro de semifinales del torneo del KO. Los catalanes sentarían cátedra al convertirse en el primer equipo de Segunda B en llegar a semis. Lo haría tras dejar en la cuneta a Osasuna y Barça. Caería en las semifinales ante el Dépor que, ese año, lograría su segundo título en el Bernabéu ante el Real Madrid.


La competición copera ha sido el escenario, como se puede ver, de los mayores hitos en la historia de clubes humildes que lo tienen difícil para encarrilar una temporada satisfactoria en la élite nacional. Fue el caso también del Recreativo de Huelva que, en su segunda temporada en Primera de su historia (2002/2003) lograría hacerse un hueco en la final, en la que caería dolorosamente derrotado ante el Mallorca de Samuel Eto'o por 3-0. Aquel año, el equipo decano descendió a Segunda División tras haberse quedado a las puertas de la gloria. Fue bonito mientras duró...

En 1996, en un gélido estadio de Los Pajaritos en Soria se firmó una de las más gratas páginas de recuerdo del Numancia ante todo un Fútbol Club Barcelona con Johan Cruyff que atravesaba sus horas finales en el declive del Dream Team. Pese a militar en Segunda División B, los sorianos no se amilanaron ante el equipo culé, pues su trayectoria en el certamen fue realmente brillante. Dejarían atrás a Sporting de Gijón, Racing de Santander y Real Sociedad. Tal seria la magnitud de aquella efeméride que se instalaron gradas supletorias en Los Pajaritos, a fin de solventar el limitado aforo del estadio.

A decir verdad, el Barcelona se confió en un partido a priori sencillo, pero en fútbol no hay nada decidido hasta que el balón rueda. Los azulgranas ganaban 1-2 con relativa comodidad pero en los últimos minutos un tal Movilla anotaba una precisa vaselina ante el meta Carles Busquets. Curiosamente, el Pelao tuvo la intención de colgar las botas meses antes. Fue una acción que dejó petrificada a toda la comunidad futbolística y sentaría las bases de unos de los jugadores más experimentados de nuestro fútbol. La ida acabó con un antológico 2-2 que sumía a los numantinos en una etérea y esperanzadora felicidad antes de rendir visita al Camp Nou.


En la ciudad condal, el Numancia rendiría pleitesía al Barcelona y el sentido común se impuso a la ilusión. Una acción de Barbarín pudo dejar a los numantinos con posibilidades de destronar al equipo culé. No obstante, el Barça remontaría el partido y el Numancia supo crecer de la derrota. Crecería en los años siguientes y llegaría a jugar en la élite nacional, aunque con escasa regularidad. Sin embargo, esta fue la página más gloriosa de los sorianos y aún permanece indeleble en el recuerdo de aquellos que lo vieron, en esas gradas supletorias que rozaban el cero absoluto.

La Copa es la tierra de los sueños. Si esos sueños tienen un verdugo, parece evidente que es el Real Madrid. Los blancos han caído derrotados ante equipos de Segunda B en varias ocasiones. La primera de ellas data de diciembre de 2000. Por aquel entonces, un equipo campeón de Europa y repleto de estrellas como Raúl, McManaman y Roberto Carlos cayó estrepitosamente ante un humilde Toledo en el estadio Salto del Caballo por 2-1. Sería en la ronda de dieciseisavos de final, como era entonces, a partido único. Sucumbirían de forma dolorosa a manos de un rival inferior que aderezó una crisis en la Casa Blanca ante semejante varapalo. Una vivencia que nos hace recordar otra más reciente que también tiene al Real Madrid como triste protagonista...

Sería allá por octubre de 2009. Un renovado y galáctico Real Madrid con Cristiano Ronaldo a la cabeza, visitaba el estadio municipal de Santo Domingo para medirse al Alcorcón. Lo que en principio era una aventura de fácil recorrido para los merengues, pronto se convertiría en una pesadilla. Los de amarillo ganarían en Santo Domingo por un inapelable 4-0, lo que supuso un golpe bajo para la millonaria plantilla de Florentino Pérez. La victoria del equipo de Segunda B, con dos goles de Borja Pérez, Ernesto y un autogol de Arbeloa, calaría muy hondo en nuestra sociedad, hasta tal punto que ese partido es todavía recordado cómicamente como El Alcorconazo.


Análogamente, también sería en un año de victoria merengue en la Copa de Europa (temporada 1997/1998) cuando un equipo vitoriano enfundado en una casaca blanquiazul protagonizara un increíble papel en la Copa del Rey y se plantó en sus semifinales. Sería el Alavés de Segunda División que se coronaría como uno de los mejores cuatro equipos de España dejando atrás precisamente al Real Madrid y al todopoderoso Deportivo de la Coruña que, por entonces, respondía al apodo de SuperDépor. Sólo el Mallorca le apearía en el camino en una edición que el conjunto balear perdió ante el Barcelona de Louis Van Gaal. Los donostierra harían honor a su calidad y subirían a primera un par de años después. Ahí sería cuando se alzara a toda una final de Copa de la UEFA en la que sería ampliamente derrotado por el Liverpool, no sin antes entrar en la historia del fútbol español con su particular y entrañable época dorada con jugadores como Contra, Jordi Cruyff o Astudillo.

Del mismo modo, la Copa del Rey ha sido escenario de partidos curiosos y no exentos de emoción. De hecho, en la edición de 1980, cuando aún los filiales disputaban el torneo del KO, el Real Madrid se mediría en la final ante el Castilla, en el estadio Santiago Bernabéu, siendo ésta la final más blanca de la historia. Los blancos, que contaban con Vicente del Bosque, Juanito, Santillana y Pirri, no tendrían piedad de su benjamín y le endosarían un 6-1. Otro matagigantes sería el Betis en 1994 que por aquel entonces coqueteaba en la Segunda División. El Dream Team empató a cero en el Benito Villamarín con Stoichkov y Laudrup ante el Betis de Sergio Kresic. Había que salir de cuentas en el Camp Nou, donde ocurrió uno de los hechos más insólitos de esta legendaria competición. Un gol del delantero bético Juanito hundía al Barça en el ostracismo y daba a los verdiblancos el billete a semifinales donde perecerían ante el Zaragoza.

A su vez, la Copa del Rey nos ha hecho vivir anécdotas repletas de sentido del humor y buenos recuerdos. Con la victoria del Real Betis en 2005 se sucedió la boda del mago del Puerto de Santa María, Joaquín Sánchez. El actual jugador del Málaga eligió la majestuosa basílica del Gran Poder de Sevilla par celebrar tan célebre ceremonia. Manuel Ruiz de Lopera, entonces presidente y fiel devoto a dicha hermandad, no lo dudó ni un instante a la hora de llevarse la flamante Copa del Rey ganada por el Betis semanas atrás como testigo de lujo para la boda de Joaquín. De hecho, en una instantánea se observa a la reluciente adquisición bética como invitada de honor en tal entrañable acto.


Por supuesto, no se puede olvidar el Copicidio de Sergio Ramos en 2011, tras ganarle la final al Barcelona. El de Camas lanzaría la Copa del Rey por el autobús durante el recorrido por Madrid camino a la Cibeles. La Copa, recién salida del orfebre, acabaría convertida en un amasijo de hierros con sabor a asfalto en la parte baja del autobús, tras ser aplastada por el vehículo. Tras la pifia del defensa, las bromas y chistes sobre el hecho colapsaron Twitter y la sociedad en general. De hecho, tras alguna victoria del Real Madrid muchos aficionados temen la hora en la que Sergio Ramos levanta el titulo hacia su afición.

Los tiempos cambian. Nada es como fue otrora. Es frecuente ver partidos de Copa en los que las gradas permanecen vacías o con calvas tangibles. En mi opinión, la Copa del Rey sólo tiene emoción hasta los dieciseisavos de final. Es hasta dicha ronda cuando se puede disfrutar de una eliminatoria de verdad, con su ritmo cafeinado, partidos únicos y sus agónicos goles decisivos al final. Sin embargo, cuando entran en liza los equipos de Primera es cuando se cambia el formato y aparecen los perniciosos partidos a doble eliminatoria, socavando la emoción del certamen. 

De ahí que, si se enfrentan dos equipos con una diferencia abismal de calidad, los estadios estén prácticamente vacíos y la ilusión de disipe. Para recobrar la emoción, la Copa debería jugarse a partido único entre equipos de diferente categoría y siempre en casa del equipo de menor división. En esos 90 minutos se verá un partido de verdad, sin opción de revancha, a cara de perro y con todos los ingredientes de una eliminatoria genuina sobre la mesa, con todas sus atractivas sorpresas. Italia, Inglaterra y Alemania juegan a este formato, donde sí se vive una Copa emocionante. Sería así cuando se jugaría a por todas, lejos de intereses de terceros que sólo hacen enturbiar esta gran competición.


Fuente: Miguel Churruca (13/9/2012). La Copa del Rey debería ser a partido único. Página Goal.com y José Hernández (25/1/2012). El Mirandés y otras gestas en la Copa del Rey. Página FutbolPrimera.es